lunes, 24 de octubre de 2011

GOLPE SÚBITO

La vida suele agarrarte a cachetadones, te da de alma en el alma y te patea en el suelo sobre todo cuando se te ocurre suplicar… pero hay golpes en la vida tan dóciles, yo lo sé.

Una tarde, de esas frías en la que la pollada te sabe a puerco de Ventanilla y el ají es más seco y malo que el que le pegó al gallo Carmelo, una tarde de esas, digo, cuando no tienes saldo en el teléfono celular y la vida no vale nada porque nada tienes en la vida o eso es lo que se te da la gana de creer, el sonido de un mensaje de texto puede presagiar el sonido de la cachetada que te va a meter la vida.

Pero el golpe no necesariamente es para que te duela, también es para que te despiertes, para que te encuentres, para que reacciones ante las estupideces que andas creyendo sin que te mande nadie a creerlas.

Llega el dichoso mensaje y luego de diez minutos sales corriendo a hacer la llamada que necesitas hacer, porque ya se dijo, no tienes saldo en el puto celular, y cuentas, cincuenta, un sol cincuenta, un sol sesenta, un sol falso, un sol diez y no te cuadra la cuenta porque el que te ha falseado es parte de la vida y te han pateado otra vez.

Marcas el número y encima marcas mal, porque el teléfono público es del primer gobierno de Alan y los numeritos ya no se ven, encima te contesta una gruesa voz a la que le dijiste Silvia y te manda al carajo. Vuelves a contar, un sol falso, cincuenta, sesenta y marcas por segunda vez logrando un relativo éxito porque lo que obtienes en la comunicación es breve y no alcanza para nada, corres a pedir sencillo a tus amigos que de mala gana te dan sus monedas como a un pordiosero que amenaza con inyectarles una jeringa con SIDA si no le das para la pasta básica. Recorres nuevamente el camino de regreso y un perro te corretea porque hueles a pollo y te jode los pantalones cuando se da cuenta que el olor es a cerdo y con él también se entiende en lo sexual.

Otra vez llamas y ahora si por fin tienes una conversación decente, pero te terminan diciendo que te debería dar vergüenza por no cargar alguito de saldo siquiera en el celular ya que tú eres una promesa del empresariado nacional y que Gastón Acurio te llega a los talones, pero que lamentablemente te quedarás de cocinero de polladas por misio.

Con la convicción de que la noche te tenía una promesa apuras las cervezas y te tragas lo que ya ni siquiera sabe a cerdo porque se ha enfriado y ahora es cualquier cosa grasienta entre tus dedos. Se levantan todos de la mesa, coordinan para el encuentro nocturno y te olvidas por un buen rato de tu mal rato y te vas confiando en encontrar agua caliente para bañarte pero ni siquiera agua encuentras cuando llegas, bajas con tu balde a pedirle un poco a la dueña de la casa para estar decente aunque tu cara diga lo contrario.

Llega la noche y el Lounge anda en el mismo sitio de siempre, esperándote para hacerte la vida más bonita y las cachetadas te duelan poquito menos porque saben a caricias. Entonces vuelve a sonar el teléfono, te anuncian la llegada triunfal del barco que ha dado el pitido final de su partida o algo así parecido a la canción de la española que le encanta llevarse gente del INABIF.

Y entonces comienzan las clarinadas de alerta de la vida y te va mirando con una sonrisa cachosa para ver si adivinas sus intenciones y te levanta la mano para asustarte pero se hace la loca y se da media vuelta, te vuelve a mirar de reojo y te hace un guiño maquiavélico como quien dice… ahora te las arreglas solito.

Y solito te la tienes que arreglar pues, total a la vida no le importa tu vida, sino agarrarte a cocachos porque como ya nos contó Nicomedes, así es la única forma de aprender, sino, no habrás cambiado mucho pelona.

La conversación comienza a fluir, primero te haces el loco, el decente, el que no se hace el loco ni el decente y cuando menos te das cuenta, ya estás en otra onda, sumergido en la vorágine de la tempestad de la animalada, porque animal te pones cuando esas cosas pasan, porque animal te vuelves, porque así, animal como eres es como te van a conocer en realidad y todita tu pose de caballero aficionado, de galán de ferretería, de adonis de Teletón, se te va por el retrete porque de lo primero que te olvidaste es del manual de Carreño y simplemente te detienes a ser el animal que siempre fuiste.

A la mañana siguiente te comienzas a preguntar que tan mal pudiste haber caído, que tan pesado pudiste haber sido, sin saber comportarte, rogando para que a quien acabas de conocer se quede ahí sentadita a tu lado, suplicando para que no se vaya a otro sitio porque piensas que ya se aburrió todita y los casuales entrevistados no le sirven ni para hacer su tesis de psicología porque todos los casos que vio mientras estudiaba los presentaban frente suyo y que para eso estaban las aulas, los libros y la biblioteca, pero no el Lounge pues.

Y te vueles a preguntar por qué carajo te preocupas por si llegó bien a su casa, si no le pasó nada, si está con vida y si, por que si, no se encontró con ningún tipejo de nacionalidad holandesa que le guste jugar al Póker.

Igual te haces las preguntas y como no tienes respuesta miras al cielo y le recriminas a la vida que por qué michi no te mete ahí mismito un coscorrón a lo Don Ramón para irte a llorar a tu barril.

Así comienza todo, ni cuenta te das y ese sonido que le has puesto a tu celular para que suene y te alerte, te asusta porque aunque seas un poco sordo igual rechina de estridente y lo estridente cuando es súbito, como los golpes, te asustan igual. Pero te comienzas a acostumbrar al sonido o a los sustos porque se repiten y algo retumba dentro de ti y no es sólo el bolsillo del pantalón donde llevas el dichoso aparato.

Luego, claro está, como todo comunicador que se respete, como todo publicista que se crea digno, como todo adalid de la revolución tecnológica que se crea virtuoso, te pones a chismosear en su facebook, claro, sólo con fines informativos (si huevón). Y vuelves a los recuerdos y a mirar las fotos y comienzas a sacar tu cuenta sobre su personalidad, tratas de determinar si con quien te has cruzado no te va a agarrar un día con un machete o no se ha escapado de Santa Mónica o en el peor de los casos, no es una pepera con requisitoria en algún penal, pero hay que admitir que desde el principio te ha parecido bonita, que comienzas a verla y te parece más bonita, que vuelves a ver sus fotos y aunque haya escogido sus mejores ángulos, igual, aunque la pongas de cabeza y la desfigures te sigue pareciendo bonita.

Pues entonces ya no es bonita ella por obra y gracia de la genética de sus padres, sino porque ella es así pues, aunque sea fea seguirá siendo bonita y como ni fea es, pues más bonita te va a parecer… ¿aunque si fuera fea? Pero no lo es pues, pero y si lo fuera, si lo fuera, ya no hay vuelta atrás, te hubiera seguido pareciendo bonita porque ella hasta en la voz tiene una belleza rara, de esa que te causa sinapsis inaudita, y lo único que sabes que está ocurriendo es una descarga eléctrica que se parece a la sinfonía de las canciones que cuando niño, te cantaba tu mamá.

Pasan más días y la conversación fluye sin parar, va para adelante y va para atrás y descubres que el mismo animal que viste en ti, ella también ya lo notó y te va diciendo animal, animal, animal, animal cada vez que tiene oportunidad, pero dentro de tanta animalada junta te das cuenta que no es peyorativo, no es que te quiera insultar, tampoco te sientes mal, entonces dejas que sea muy bienvenido ese animal.

Hasta que un día miras tanto una foto suya que te la pones a dibujar, rescatas el artista que naufragó hace tiempo y la verdad que sabes que aunque hasta es posible que haya muerto ahogado, igual le das al carbón, y vas cantando: mepongoapintarteynoloconsigo y retomas la letra cuando sabes que algo anda mal en tu dibujo de primaria: lentamenteterminopensando quefaltasobremipaleta… y cuando estás por desistir llegas a la parte en la que dice: coloresintensosquereflejenturarabelleza pero antes de llegar a la parte en que el dichoso Guillermo Dávila decía: sólo pienso en ti, sólo pienso en ti… te detienes súbitamente porque sientes que te acaba de caer un duro golpe de la vida que se asomó un ratito para meterte tu chiquita y te haces el loco y el loco que te hiciste se hace aún más loco que el loco que te hiciste tú y así no te harás bolas como se lo acaban de hacer estos locos.

Cuando llega el momento de entregarle la obra de arte del kínder, ya es muy tarde para decir que es una joda para Tinelli y que mire la cámara escondida porque está en el taxi indiscreto, no, lo único que queda es darle todita la razón cuando te dice que eso que acabas de hacer no se parece a ella y ten por seguro que estará pensando que tus reales intenciones eran burlarte con semejante bodrio sobre su belleza.

En el tiempo en que pasan juntos descubres que tu desenvolvimiento es natural, eres un pez en el agua, un cachalote en alta mar, un alacrán bajo la piedra, un ex convicto del Larco Herrera y eso te deja en paz, te da tranquilidad, habla mucho de ti mismo, sobre todo a ti mismo, porque eres ese animal que no esconde nada, ni el olor a cigarro, ni la pelada, ni la vergüenza, al contrario, muestras muy poca de ella y encima ni cuenta te das en todo el día, porque sigues siendo tú mismito y justamente una cualidad de tu yo interior es no darte cuenta de ni mierda.

Otra cualidad de tu súper ego es que le encanta matar a su a alter ego y ese maldito cuando se defiende lo hace dañándote el reloj biológico, entonces te da la impresión de que a pesar de los días y las horas bien contaditas y planificadas porque de algo tienes que vivir y no se vive sin trabajar y para eso hay horarios, se transforman en una masa informe que se descuajeringa ante cualquier cálculo exponencial y la historia desde que comenzó te parece tan larga que no tiene un límite fijo, parece perderse como se pierde la otra orilla del mar, en castellano quiere decir que te parece que han pasado mil años desde otra vida que se conocen y aunque no sepas de que manera fue ese encuentro, tus razones podrán pasar desde el pensar que era una mártir de la independencia rusa y que alimentó a Lenin y sus camaradas en olla común frente al Kremlin o tal vez fue la que amamantó a Rómulo mientras tú andabas despreocupado por un bosque soñando con tener tu departamentito entre las huestes romanas luego de un sorteo donde estaba imposibilitado de participar cualquier cristiano conocido o que tal vez es verdad que eres el personaje de Cortázar y que dadas las circunstancias, Cortázar no te quería mucho.

Al poco tiempo la naturaleza se encargará de hacer su trabajo sucio, claro, la maldita es vecina de la vida y rajonas como son confabulan para ver si el golpe te lo dan con una tormenta o sólo hacen amagos para ver tu cara de espanto y revolcarse de la risa, par de locas. Pero quién es la naturaleza si no eres tú mismo, claro, biodegradable eres pues, orgánico, si sudas apestas, si apestas te bañas y vuelve el ciclo, justamente es el ciclo el que te atrapa y ahora ya no sabes nada, ni del ciclo menstrual siquiera, y todos tus conocimientos se van al tacho cuando decides no saber nada y dejar que el agua fluya y sólo te sientas sobre tu tranquilidad a ver qué deja observar esa correntada cristalina y transparente.

Es ahí cuando se te ocurren cosas con total normalidad, igualito como se te ocurre decirle a un amigo que cómo es posible que no pueda hacer un simple papel si se la pasa haciendo papelones en su vida, más o menos así se te ocurre decirle buenos días en todos los idiomas que encuentres y aunque olvides el quechua, se lo dices en un papel garabateado en un momento de regocijo y total relax, también te pones a armar torres y a comprar pintura, te vas a ayudar a unos niños desamparados, corres a buscar tu manual del buen ploteo universal para hacerle un regalo, o sea, ya no lo piensas, sólo te sale y te sientes feliz, aunque luego le malogres la pared por no haber recopilado todos los detalles o gastes demás por haber olvidado una bolsa con cepillos por culpa de lo que se ve debajo de la correntada y una copa de pisco.

Resulta también que es justo cuando una pregunta comienza a arreciar y una amenaza sobre ese súbito interés por el conocimiento pretende que respondas a la pregunta de ¿qué es lo que quieres? Y no porque te lo andes preguntando tú mismo, sino porque te acaban de volver a acusar con eso, te señalan y te miran a los ojos y te retan a responder y para dar una satisfacción acertada te remontas al principio aunque no te crean que puedas tener principios, pues haces tu pequeño viaje temporal y te respondes a ti mismo con otra pregunta: ¿es eso importante? Y el vaivén de las alternativas te palidece un poco el lóbulo derecho de tu empequeñecido cerebro, decides no querer saber otra vez, porque así como andas está todo muy bien, porque aunque sepas te haces el tonto pues, te haces el pulcro y no quieres manchar nada y nuevamente la respuesta más adecuada que encuentras es dejar hacerle la jugadita a la vida, que si le gusta golpearte por las puras, a lo mejor te agarra cariño un día y esos golpes ya no serán para causarte dolor, sino sólo para amedrentarte y decirte que no te portes mal porque si no la chochoca te va a sacar.

Tiempo después, al parecer mucho tiempo después, pero recordemos que ya tienes el reloj tan averiado como las pistas por culpa de Castañeda, lo cotidiano se trastoca y se vuelve tan común y compartido que se adjunta a parte de tus necesidades, lo que antes era extra ordinario, ahora se hace imperativo, así como antes era el ceviche un plato para curar la resaca, ahora es platillo de bandera nacional. Ya no sólo hay mensajes, llamadas, chat, conversación, sino que aparecen las video llamadas y lo único que sabes es que todo es lo máximo cuando ves como se queda dormida con un cuento estúpido que escribiste hace varios años atrás.

Y un día la vuelves a mirar como en las fotos y descubres que es igualita a la retratada, entonces ya sabes que se salió de ahí para decirte que de verdad es real, pero que nadie, por el momento quiere hablar de eso, porque un día, cuando hacían el recuento de la experiencia luego de un mes exacto, le dices que todo ha estado mostro sazonado con algunas cosas raras, te dijo que de lo raro prefiere no hablar y hay que hacerle caso nomás, porque es de armas tomar y te manda al carajo, aunque hasta te guste cuando al carajo te ha de mandar, porque no es contigo la cosa, sino con el carajo.

Decía, la miras y te acuerdas del Mai tai, haces la cuenta del 1 2 3 4, comienzas a contar sus lunares, a mirar sus pupilas, a imaginártela de rubia sex simbol con el tiente que se acaba de comprar, a leer sus líneas de expresión, a recordar cuando antes por nadie en el mundo, ni aunque te pagaran acompañarías a alguien hasta una universidad y te regresarías de inmediato sin más ni más, sólo porque la recompensa de una conversación indiscutiblemente amena pagan el menú completo y porque su sonrisa ya es un buffet enterito, con manjar blanco sobre el caviar y aunque sepas que eso no es nada gourmet, sabes que a ti te va a gustar.

Y un día te preguntarán ¿por qué me miras de ese modo? Y la única respuesta será otra vez otra pregunta: ¿acaso hay otra forma de poderte mirar? Y un bache te saca del ensimismamiento porque el bache viene con un certero “ni te enamores carajo” y es ahí cuando la vida te vuelve a observar, te vuelve a rondar, te vuelve a acariciar y no sabes si eso es bueno o te está preparando para meterte el más somero puñete al estilo Broncano o sólo te va a dar de palmaditas en el rostro y a decirte que ya no importa nada, que nunca le importaste y que si te diste de golpes fue porque te pusiste mal los zapatos y que ahora no importa nada porque te vas a poner a soñar y cuando entras al sueño, la vida ya no interviene y ningún dolor te podrá causar.

Lo que en los sueños se podrá dar, ya es otro cuento, ya es otro andar, porque si alguien dijo que la vida es una barca fue Calderón de la mierda y de eso no quieres saber, porque la mente en blanco trabaja mejor que la que calcula y si eres feliz aún, ni a la vida, ni al Lounge, ni a Calderón le debes nada porque todas las recompensas te las llevas para que las puedas entregar tú a quien la gana se te va a dar.

Pero un día te despiertas retorciéndote de dolor, porque la pendeja de la vida, te dio, soberanamente, una mundialista patada en los huevos.