jueves, 5 de marzo de 2009

El extraño caso del bus oscurecido

Las sombras de los gallinazos que sobrevolaban el cielo limeño se confundían con el asfalto de la Avenida Abancay, espesas manchas aladas se iban fundiendo sólo para incrementar su tamaño a escala descomunal y cubrirlo todo; de a poco el ya enrarecido firmamento capitalino se enlutó hasta el negro más intenso, la oscuridad llegó como si aquellas aves carroñeras avanzaran galopando sobre azabaches corceles mientras picoteaban sus crines putrefactas.
El sistema fotosensible de las luces de la ciudad se activó y los inmensos reflectores colocados en lo alto de los postes se encendieron. El esfuerzo tecnológico en pos de una buena iluminación estaba muy por debajo del esfuerzo mecánico de los ojos para ver con claridad lo que les circundaba, la media luz permanecía aunque ahora con una casi nula intensidad.
Abelardo y sus ocasionales acompañantes veían poco o nada más allá de sus miradas, sólo eran tangibles al sentido ocular otras oscuridades más intensas que la de la avenida, sombras sigilosas se adivinaban por las ventanas; el bus avanzaba lentamente, tanto como le permitían sus faros sin revisión técnica.
El silencio también era crepuscular, se había acoplado perfectamente a la negrura que cubría la ciudad y no dejaba adivinar las formas de quienes producían atisbos de sonido allá afuera ni siquiera dentro, todo parecía gutural y onomatopéyico, roñoso y primitivo. Alguien, de pronto, lanzó un alarido en si la fa sol sostenido.
Mientras duraba el grito con desgarro muscular, acuchilló tímpanos cerosos, espantó corazones nerviosos, apuntaló fantasmagorías en los sesos sensibles y fragmentó la hipotética calma hasta el momento mantenida. Nadie pudo adivinar el lugar exacto del epicentro, si dentro o fuera del autobús, ahora todos temblaban.
Mientras la cordura imploraba calma, un sonido seco abolló el techo del bus, Abelardo cogió por el brazo al vecino de al lado, el vecino de al lado apretó los dientes, Abelardo se pegó al vecino de al lado, el vecino de al lado se esfumó por la ventana. Algo, una sombra, un enigma, un ser de fuertes extremidades lo había halado fuera del bus dejando la sensación de soledad suprema en Abelardo Sánchez Natividad.
Los siguientes acontecimientos se atropellaron entre si, una sucesión de eventos comenzaron a ocurrir al unísono, varios gritos fueron apagados espontáneamente tan pronto como comenzaron, todo ello seguido por el trastabillar de cuerpos pesados sobre la carrocería del bus, el chofer presionó el acelerador tanto como le dieron las fuerzas, varios cuerpos sucumbieron a la inercia y se derrumbaron en el pasillo, de bruces, de espalda, de cabeza, unos contra otros, apretándose, abollándose, crepitándose los huesos, vulcanizando sangre.
El bus comenzó a bambolearse de izquierda a derecha y de derecha a izquierda repentinamente golpeado por los costados, cuerpos voluminosos se apeaban al metal y por las ventanillas introducían sus manos, sus garras, tratando de coger a alguien; los que aún quedaban en pie o sobre sus asientos apartaban los tentáculos cerdosos del modo como podían, mordían, empujaban, arañaban, se les desgarraban trozos de carne y algunos bultos abominables caían a la acera con pedazos de sus víctimas entre los dedos. Abelardo sólo había sufrido la pérdida de algunos vellos del brazo y un botón de la camisa, trataba de mantenerse en el medio, trataba de no ser alcanzado.
No pasado mucho tiempo, las escasas luces sobrevivientes dentro de la 12 tintinearon y terminaron de apagarse, lo mismo sucedió con los faros y los postes, parecía que la tiznada oscuridad había copulado con la vespertina penumbra, todo se tornó de color negro absoluto. Con el apagón final devino la parada del bus y todos los gritos del mundo se concentraron en las gargantas de los tripulantes.
Abelardo quedó tendido en el suelo, sudando mares de lágrimas por todo el cuerpo salado, puso debajo de él el globo metálico y las flores tratando de darles la última protección ante la incertidumbre. El silencio nuevamente sucumbió dentro del bus, las sombras extrañas comenzaron a extinguirse y con ello la claridad fue llegando, lentamente, a cuentagotas, cada una de las tinieblas se diluían en la densidad de la luz. La visualización del ambiente pronto fue posible y el panorama que se descubrió tras la llegada de la luminiscencia era tanto o más aterrador que la experiencia antes vivida; cuerpos regados, personas desaparecidas, sangre a borbotones, rostros desfigurados, organismos cercenados, pedazos de piel acoplados a las ventanas. Abelardo, antes mustio frente al espectáculo sintió curiosidad al tratar de adivinar el modo cómo alguien asiendo el brazo derecho al pasamanos del techo había logrado agarrarse de tal modo que se mantenía aun aprisionando el tubo metálico aunque había pedido el resto del cuerpo.
Sánchez Natividad volvió a su asiento, limpió la sangre sobre él y se afirmó apacible ante la noticia de que ya todo había pasado; miró al chofer encorvado frente al volante, se acercó a él, le tocó la espalda y el conductor dando un lento giro de cabeza lo observó con enormes ojos enrojecidos y abriendo la boca le mostró sus largos colmillos sangrantes.
La luz nuevamente se apagó.

2 comentarios:

Mustango dijo...

Un caso muy extraño teniendo en cuenta la participación de los gallinazos de la ciudad, tal vez debamos preguntarle al profesor Hans Von Baguett acerca de esa fijación bizarra con la oscuridad, la sangre y la cultura del bus urbano.

-Bueno deberé decir que este asunto huele muy feo, quiero aprovechar las cámaras para señalar que esto es obra de nacionalistas obtusos en contra de esa figurada tan encumbrada de ustedes que trabaja para el gobierno de Alemania.

-¿Pizarro?.

-No papanatas, ese gran desfacedor de tuertos y revolvedor de estiercol, el gran maese fáctico César Cueva.

-¿Ese no fué el tipo que traicionó las aulas nacionales para sobarse con la alcurnia católica?

-No diga usted eso por favor. Ya se parece al tal Zuzunaga que usa nuestros juegos góticos invocando a los cuervos limeños para desmercer la figura egregia del prócer Cueva.

Amigos, comercial por favor.

Mustango dijo...

Una nueva idea nacida de la fecunda cuna de ardides llamada Fercho Mac Shuzunagan ha contagiado a la cofradía de inventores eléctricos de Ámsterdam en Holanda. Se trata de hierba, si, ya sabemos que la hierba abunda en Holanda, sobre todo en Ámsterdam, pero esta vez de clase diferente. Presentada como la última generación de productos tecnológicos de producción natural, esta hierba permitirá llegar a la oficina con los zapatos lustrados, relucientes y si esto es poco perfumados. Pero dejemos que el mismo profesor Fercho Mac Shuzunagan dilate la explicación de esta maravilla bio tecnológica.

-Como todos ustedes sabrán en ciertas regiones del planeta resulta duro, ya sea por las lluvias, el sol, los autos o los caballos, llegar a la hora exacta a una cita, reunión de negocios o la oficina con los zapatos de piel de ante limpios, la adversidad de distintos factores hace que nuestro calzado de cuero o sintético que precisa de cierta brillantez para hacer juego con nuestro traje se vea mancillado al llegar a nuestro destino y con ello nuestro honor, nuestra apariencia, nuestra imagen a los demás. No voy a referirme ahora a cuantos puestos de trabajo no se ha podido acceder a causa de una mancha en la cubierta de nuestros 45, lo que pienso hacer es referirme a su solución. Un arbusto del género de las ambusterimas tropicales hallado en uno de nuestros viajes a la zona oriental del Perú, mas exactamente en su frontera norte, resulta tener en sus hojas y tallos la consistencias adecuadas para adherirse a las pezuñas de los animales o pies de los seres humanos, rodeándolos brevemente en movimiento reflejo heredado de sus primas los ichus ambustermios que habitan en la region janca de ese país. Sus aceites naturales con propiedades fungicidas son capaces de literalmente limpiar de suciedad cualquier planta que ose hollarla, si se trata de cuero o superficies lisas el efecto resulta sorprendente pues le dejan un brillo perdurable que no se compara con ninguna pomada o silicona del mercado hecha para tal propósito.

Demás está decir que la conferencia como suele ser cuando se trata del profesor Mac Shuzunagan fue un gol de mediacancha, Apple, Microsoft, IBM, La Casa Blanca, El Vaticano y Perú-Petro fueron las primeras empresas que se apuntaron para comprar lotes de ambusterimas para ponerlas en los parques de acceso a sus instalaciones. Tampoco hay que dejar de mencionar que un portavoz dirigencial de la asociación internacional de lustrabotas de Copenhague propuso un paro con quema de incienso en los principales paseos de Venecia para protestar enérgicamente contra este producto extraño que solo busca quitarles sus puestos de trabajo. Fuera de eso la reunión concebida para presentar el proyecto acabó en una comilona de padre y señor mío hasta las cinco de la mañana.