miércoles, 2 de febrero de 2011

Traslúcida

¿Y si este hubira sido uno de los buses que se fue de gira? jamás lo hubiran podido contar...

Volviendo sobre sus pasos, echando la mirada atrás, Abelardo descubrió una extraña brillantez, las fuerzas flaqueaban en el intento de sostenerlo pero aún le quedó algo de vitalidad para darse vuelta y hurgar sobre el arenoso suelo, era un diamante, el más perfecto que jamás había visto. Cansado y sediento embutió el tesoro encontrado en su mano derecha, luego retomó su camino sobre el desierto interminable, dio dos pasos y resbaló sin poder evitar la caída, casi se desnuca pero aún seguía con vida, miró el cielo azul, pensó que moriría, vio una brillante luz y sintió su cuerpo consumirse por un abrasador aire caliente, lo último que supo fue que el diamante atravesaba la línea de la muerte.

Trescientos años después, el equipo técnico de un programa de televisión dedicado a los casos de éxito en las comunidades alejadas de la capital se había instalado en el Hotel Buenaventura, todo el grupo de producción estaba interesado en el pueblo que había forjado su crecimiento económico en las bellas orfebrerías hechas a base del cristal mejor elaborado en todo el planeta. Era uno de eso típicos encuentros en los que un tema causa sensación porque nadie sabe lo que está sucediendo.

Una vieja señora, de esas que gustan hacer compras extravagantes resultó ser especialista en cristalería fina y descubrió que la escultura sobre vidrio que había conseguido resultaba ser la más refinada que alguna vez había encontrado, la pasión por el arte sobre arena fundida la llevó a investigar la procedencia de aquel ornamento tan finamente construido y dio con que éste había sido comprado en el mercado negro de un pueblo ubicado a doscientos kilómetros de la capital, en las cercanías de un desierto. En cuanto trató de saber más sobre el pueblo elegido terminó sabiendo que muchas obras de arte se habían repartido alrededor del mundo, con la misma calidad, bajo las mismas características de pureza, con los mismos parámetros de mejor no saber de dónde proceden.

La avejentada coleccionista tuvo la oportunidad de hacerle saber su descubrimiento al canal HBCX, en su afán de descubrir más de la verdad se comunicó directamente con la agencia de programas especiales y les contó sobre el tema, creando, de este modo, el interés de la televisora para luego irse a la aventura y tratar de descubrir el secreto del éxito de este pueblo, y de paso, desenmarañar la red de tráfico de orfebrería fina, tan sospechosamente protegida por los gobiernos de turno.

Llegaron en una caravana orquestada al más mínimo detalle. Fotógrafos, luministas, equipos de sonido, carrocería protegida contra tormentas de arena, monitores de sondas subterráneas, sismógrafos, aparatos de comunicación satelital, metódicos esquemas de triangulación de terrenos planos, cartógrafos, operarios y militares en retiro.

Los habitantes de Arena Fina, cual nombre el gobierno de principios de siglo había consagrado a dicho territorio, quedaron sorprendidos con la multitud de los recién llegados, pero guardaron la compostura y los recibieron de la mejor manera posible, amablemente les ofrecieron a todos la única habitación del único hotel de aquella pequeña ciudad.

Poco acostumbrados a recibir visitas de tal índole se organizaron de la mejor manera posible y organizaron una gran feria denominada “Traslúcida, la luz brilla siempre” y en tan sólo medio día habían apostado carpas multicolores en la plaza principal de la ciudad exhibiendo las mejores muestras de su arte, delicados y finos objetos de seducción labrados en cristal de la más pura calidad, ángeles dominando el firmamento sobre imponentes rocas, demonios minimizados a ingenuos ogros dentro de un panal de abejas, violadores siendo carbonizados ante una luminosa esencia de luz, sacerdotes adorando un pedazo de diamante y lo que resultaba más controversial, una niña escarbando en un pozo de arena.

El día de grabaciones comenzó muy bien, los camarógrafos se centraron en captar los detalles de las esculturas, los reporteros conversaban con los artistas, a los que halagaban en demasía, los productores señalaban las pautas a seguir y cerca de una veintena de curiosos empleados fotografiaban todo lo que podían a su alrededor.

Uno de los periodistas más acuciosos del programa preguntó, ¿De dónde obtienen la materia prima? A lo que el entrevistado respondió, La labramos nosotros mismos, pero el periodista insistió, Sabemos que hay mucha arena alrededor, pero hasta ahora no hemos visto un solo horno de preparación, el sorprendido interlocutor sólo atinó a decir, Tenemos una mina de vidrio, las miradas juiciosas de sus vecinos no se hicieron esperar.

A la mañana siguiente, mientras ofrecían una suculenta suma de dinero a uno de los lugareños, un Cowboy partió rumbo al este, adentrándose al desierto. La intención era descubrir la dichosa mina de cristal, la cual tendría que ser, por obvias razones, única en su especie, ya que el vidrio procede de la fundición de arena y no yace bajo tierra, como una yedra o un tulipán.

Cientos de pobladores partieron detrás de ellos, presagiando el inminente descubrimiento de su secreto y tomando las previsiones respectivas para, antes de salir, haber llamado a las autoridades nacionales para informales sobre lo que estaba sucediendo.

Dentro de poco una de las llantas del vehículo que transportaba al productor general empezaría a rechinar y a obligaría al conductor del vehículo a perder el control de su máquina, el mismo que debió frenar, irremediablemente, dando tres giros sobre su eje. El movimiento del auto sumado a las ráfagas de aire que generaron dejó del vehículo abruptamente al descubierto de lo que había en las profundidades de la pista maltratada.

No había más que vidrio, se había construido una singular carretera sobre arena fundida, ante tal incidente, el resto de los automóviles que venían detrás se detuvieron intempestivamente. Alguien gritó, ¡Déjennos en paz! ¡Nos van a matar! Fue entonces cuando todos bajaron de sus vehículos, observaron el cielo agreste e invocaron a todo aquel que tenga una cámara digital apuntase hacia el cielo, pero no hicieron caso, mientras seguían obteniendo imágenes del traslúcido suelo una luz poderosa opacó sus lentes, la incredulidad y el espasmo hizo que dejaran caer sus equipos, levantaran la cabeza y observaran el cielo vacío, un denso aire se apoderó de ellos, poco a poco se fue calentando todo alrededor de todos, muchos trataron de correr y refugiarse en sus carruajes, no quedó ninguno sin explotar, mientras, los pobladores trataban de correr hacia alguna zona alejada, lejos del vidrio que cada vez más los opacaba.

Quinientos años después, entes alienígenos que controlaban la bancada oficialista del gobierno de turno recibieron noticias de un fino vidrio encontrado en el desierto de aquella ciudad que había desaparecido misteriosamente durante la época de No Intervención Extraterrestre. Inmediatamente formaron una comisión de investigación y fueron a averiguar su procedencia, descubrieron que había sido causado por un fenómeno llamado vitrofusión que les fue muy fácil de entender. Lo que jamás pudieron explicar fue como es que encontraron un pedazo de celuloide fundido al costado del más puro y refinado diamante jamás encontrado, lo que no sabían era que esa joya, alguna vez atravesó la línea de la muerte de un tal Abelardo.

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