El de bata blanca se le quedó mirando, con sus ojos chiquitos lo recorrió todo, comenzó por el iris y terminó en sus pupilas, lo examinó, dio dos pasos al frente y le mostró la credencial que pendía de su pecho: Dr. Gregorio Shneiddeberg Castro, Psicoanalista. No lo conocía, no tenía cita ni mucho menos para pagarle la consulta pero Abelardo dejó que se sentara a su lado.
El Phd sacó un papel membretado y sobre él hizo un garabato ininteligible, se lo pasó al ocasional paciente. Abelardo lo cogió y comenzó a llorar.
Pasó su mano sobre su cabeza, lo arrastró a su pecho y lo dejó llorar.
Con una mano le acarició la mejilla y con la otra le metió un cocacho.
Ambos se colocaron sus lentes y comenzó la retórica:
- Demencia crónica por depresión o tal vez sea depresión crónica por demencia… interesante.
- Doctor, a mi burro, a mi burro le duele la cabeza y el médico le ha dado un vaso de cerveza.
- Interesante. Veo en tu alma que la cucaracha, la cucaracha ya no puede caminar.
Pasó frente a ellos el cobrador. Abelardo y el Doctor dijeron al unísono:
- Buenos días su señoría mata tiru tiru la.
- ¿Arroz con leche?
- No.
Se fue.
- Doctor, me quiero casar con una señorita de Portugal.
- ¿Seguro?
- No, de Canto Grande
- ¿Ya jugaste en el bosque mientras el lobo está, el lobo está…?
El cobrador regresó e interrumpió al médico:
- ¿Lobo qué estás haciendo?
- ¡Estoy preparando mi tesis! Es sobre demencia crónica por depresión o tal vez sea depresión crónica por demencia… interesante.
Se fue.
- Si doctor, ya jugué en el bosque con el conejo de Alicia.
- ¿Y ya dejó que salga el sol, que salga la luna?
- Será el sereno.
- S-e-r-e-n-o – apuntó.
Alguien cerca abrió un taper. Abelardo y el Doctor miraron.
- Doctor, quiero ser como ese tallarín que se mueve por aquí, que se mueve por allá.
- Te lo dije, demencia crónica por depresión o tal vez sea depresión crónica por demencia… interesante.
- Es que se ha muerto mi burro y con la cola dice adiós adiós perico.
- Recuerde entonces criar muñecos.
- Pero es que Pin Pon es un muñeco travieso y juguetón.
- Pero se lava la carita con agua y con jabón.
- Chanfle.
- Recontrachanfle. No, Shrek, si, si, si, Shrek y la galleta de jengibre.
El Doctor Shneiddeberg apuntó algo en una hoja y se lo deslizó a Abelardo, decía: LLÁMALA.
- No tengo su número.
- Caramba muchacho pero el telefonito es una necesidad.
- Palabras, palabras y más palabras.
- Yo he estudiado joven, no soy bla, bla, bla. Pues llame a algún amigo.
- No se puede, a Pulgarcito lo invitaron a dar un vue vue vuelo en un avión.
- La misma historia de siempre, supongo que la gaso li li lina se acabó.
- Olé olé.
- Bueno, hábleme de la muchachita de la mochila azul.
- Vive en Canto Grande y el patio de su casa es particular.
- Confirmado, demencia crónica por depresión o tal vez sea depresión crónica por demencia… interesante.
Pasó el cobrador por última vez, miró a Abelardo, se mofó y le dio un palmetazo:
- ¡Encantado! – Abelardo se quedó estático.
Se fue por última vez.
- ¡Lo tengo! ya se como curar la demencia crónica por depresión o tal vez sea depresión crónica por demencia… interesante.
Se puso de pie, Se acercó a Abelardo, esperó que el bus se detenga.
- ¡Desencantado! - Comenzó a correr y se bajó del bus dando trancazos.
Abelardo se curó de la demencia crónica por depresión o tal vez de la depresión crónica por demencia. Será el sereno.