miércoles, 4 de febrero de 2009

La muralla verde

Tenía el mejor atuendo de todos, pasaba bien por algún honorable hombre de negocios que ha consumido toda la gasolina de una cuatro por cuatro a su nombre y decidió subirse a la 12 para rozarse con la gente que no sabía la buena suerte con la que contaba. Parecía un honorable hombre y vaya que lo era.

Abrió su portafolio de cuero auténtico y extrajo de él dos paquetes de incienso y aperturó su garganta tratando de hacer un honorable discurso de negocios: 

“Chinazo, dama, caballero, niño que me escuchas y crees en los ovnis, tú abuelito bastonero que aún no has visto nada y sólo te preguntas en qué momento se jodió el Perú, he venido a mostrarles la llegada de los extraterrestres violadores, porque los he visto merodeando en mi habitación y me han contado que ya le arruinaron las posaderas al mismísimo diablo… imagínense lo que harán con nosotros si nos cogen desprevenidos ¡sálvate! ¡cómprame incienso! Tengo de tres aromas diferentes, uno de lavanda que huele a limón, otro moderno de patchouly índiga que parece sativa y el no menos espectacular de cigarro mentolado, ¡cómprame incienso y sálvate de los extraterrestres violadores, si no lo haces serás un paramecio descerebrado toda tu vida, involucionado maldito”

El honorable hombre que trataba de hacer negocios se acercó a Abelardo y depositó dos paquetes sobre sus manos, había sido el único que no se había reído de él, lo vio inmaculado y quiso salvarlo de ser abducido por los extraterrestres violadores.

“Señores, vean con sus propios ojos lo que hace la fe, este hombre cree en mi y yo creo en él, le he regalado su incienso y a ti te los vendo, seremos sólo dos humanos los que nos salvaremos y luego, los vamos a gobernar y los obligaremos a recuperar el Huascar. ¡Viva Piérola! Pero antes de que se les sulfate el cerebro vengo también a proponerles que me compren el último cassette de los Enanitos Verdes que por algo tienen a Marciano en sus filas, no es juego, no es broma, no sean tarados, me están llegando todos al mazo. Con la venia del señor conductor de este vehículo transportador de pasajeros pondré la música en aquel aparato reproductor que está cerca de la palanca de cambios, y así se enterarán de una vez que este no es un bus, en realidad es una nave espacial camuflada porque cuando yo la vi, supe lo que en realidad era y he subido a decirles la verdad y a escuchar la música celestial”

A las malas y a empellones, el honorable hombre que daba pocos honorables discursos de negocios trataba de colocar el cassette por el lado B. Cuando descubrió que no lo lograría aperturó nuevamente su garganta y se puso a gritar:

“E S T O Y P A R A D O S O B R E L A M U R A L L A Q U E D I V I D E T O D O L O Q U E F U E D E L O Q U E S E R A”

El chofer hizo rechinar las llantas de la 12 sobre el asfalto con una frenada en seco que aplastó al honorable hombre sobre el piso y sobre él cinco personas más, el ennegrecido chofer se puso de pie y ayudó a levantarse a los cinco inocentes sorprendidos y cuando descargó la monta de gente sobre el honorable hombre de negocios, lo cogió del cuello y lo llevó hasta la puerta con la firme disposición de sacarlo volando. En un honorable intento de defensa, el honorable hombre de negocios le pinchó los ojos al conductor y se liberó, llegó hasta donde Abelardo y lo abrazó, lo apretó de tal modo que casi le arruina las flores y le desinfla el globo metálico, el diminuto cobrador lo jalaba de los pies, el chofer del portafolio y Abelardo no hacía otra cosa que agarrarse de si mismo y del asiento para que no lo saquen del bus junto al honorable hombre de negocios. “sálvame de estos energúmenos idiotas que ven molinos de viento cuando son gigantes, libérame de este entuerto Sancho, no me sueltes que yo te llevaré donde tu damisela y te regalaré una ínsula para que la gobiernes con toda tu sabiduría junto a tu dulcinea, vamos Quijote, te hago caballero andante, mira que yo soy sólo un instrumento del Dios castigador…” gritó el honorable hombre de negocios. 

Abelardo dejó de sentir la presión del abrazo y los tripulantes de la nave espacial lograron echar fuera al honorable salvador del planeta, cuando lo vieron flotando en el espacio le lanzaron una maldición con sus varitas mágicas, le apuntaron a los ojos y le dispararon dos rayos desintegradores, lo dejaron ciego y le soltaron al ruedo tres Tiranosaurios. El honorable hombre intergaláctico chilló que volverá.

Abelardo se le quedó mirando por la ventanilla atesorando los paquetes de incienso tanto como sus flores y el globo, sabía, por aquel mensaje divino e inspirador, que el honorable hombre – Dios, de verdad volverá.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo quiero un incienso de cigarro mentolado!!!

RATCHUS dijo...

Se te será concedido por el honorable hombre que honorablemente trata de salvar el planeta.

Anónimo dijo...

HONORABLEMENTE AGRADECIDA...

Mustango dijo...

Por Dios eso no es ficción, por favor más fantasia.