lunes, 24 de enero de 2011

Casi, casi

Se creía que era una broma, pero desde los parlantes del bus se oyó la siguiente historia narrada por un comentarista deportivo:

Perú organizó el mundial pero este partido lo jugó fuera de casa. Arequipa fue la sede para enfrentar al poderoso equipo venezolano, 5 veces campeón mundial de la categoría sub 20.

Nuestra selección presentó a sus mejores cuadros, el “Orrantia” de Szyslo, “India Desnuda” de Sérvulo Gutiérrez y “Frailes” de Víctor Humareda, entre los jugadores destacaban dos de Once Amigos de Paramonga y uno flaquito de Tablada, que si Perú hubiera logrado clasificar sería defenestrado porque nica tiene menos de 20 años.

Venezuela siempre saca a relucir su estampa de quíntuple campeón consecutivo y nunca se sobra, siempre es humilde, nunca es soberbio y tienen una meta firme cada vez que juegan, como lo dice su slogan: “arriba, siempre arriba”, frase que nos la arrebataron porque nunca la patentamos. Pero así es este grandioso equipo venezolano, jugadores que juegan juntos desde hace 10 años, debutaron sin que aún le salgan pelos entre las piernas y se coronaron campeones del mundo cuando los jugadores de otros equipos hasta hijos tenían.

El partido comenzó parejo, Perú se le plantó al frente con lo más matizado y sin temor, logró dominar el balón y la repartió inteligentemente negándole así la posesión al equipo llanero, parecían todos inspirados, se les notaba motivadísimos, tuvieron una precisión escalofriante, la seguridad se volvió un baluarte, parecía que estos muchachos desayunaron destreza, llevaban tatuados el símbolo de la perfección, todos fuimos testigos de estos 30 segundos de glorioso fútbol que exhibió nuestro equipo bicolor.

A los 31 segundos de haberse iniciado el partido, Venezuela recuperó la pelota, la rotó lentamente, la tocaron los once que estaba en la cancha y a modo de intimidación el arquero se sumó al ataque, inició una jugada individual él solito, se llevó a todo el mundo y quedó mano a mano frente al arquero, pero ya lo dijimos, este equipo no es soberbio y el portero tuvo un momento de arrepentimiento y decidió regresar a su arco sin fusilar a nuestro guardavallas, pero el muy vivo se la dio a un delantero, el mismo que tiene el impresionante record de tan sólo 5 tiros herrados y 350 goles por la camiseta vinotinto.

Estaba cantado, iba a ser gol, pero alguien de la tribuna gritó: ¡Chávez ha muerto! Y la historia cambió. El artillero en mención se quedó petrificado, no lo podía creer, estaba atónito, absorto, fuera de lugar y lo mismo sucedió con los otros diez jugadores, todos olvidaron el partido y se reunieron en el centro del campo para celebrar, se sentaron a conversar, querían que el partido termine para ir a emborracharse por primera vez en su vida, estaban tan contentos que se besaban entre ellos.

Los peruanos, que al principio habían quedado tan perplejos como los venecos, tomaron el poder del balón y se fueron con todo al arco contrario, la tocaron, la lanzaron, la distribuyeron, avanzaron y avanzaron y en el momento en que se disponían a traspasar la línea de la media cancha terminó el primer tiempo.

Cuando regresaron después del descanso, el partido se reanudó con tan sólo 8 jugadores venezolanos, ya que al resto se les declaró en estado de éxtasis y no pudieron regresar al campo porque fueron trasladados a una clínica local. Esta vez sacaron los llaneros, pero inmediatamente Canevo se robó el balón y se fue con todo, él solito hasta la portería rival mientras que sus compañeros imitaban el sonido de un patrullero detrás de él, nadie lo vio más, sólo el árbitro pudo advertir que había dejado el balón dentro del arco venezolano y lo vio clarito porque no había ni defensa ni arquero. Golazo peruano.

Por primera vez en la historia un equipo peruano estaba adelante en el marcador frente a la poderosa escuadra venozalana y aunque esto malograba el récord de los rivales, felicitaron a los que quedaron en la cancha porque Canevo ya no estaba.

Se reanudó el juego pero los venezolanos estaban tan contentos que regalaron el balón a los peruanos, estos se lanzaron nuevamente al ruedo en busca de alargar el marcador, nuevamente hicieron gala de lo que pudieron y así transcurrieron 44 minutos y recién pudieron encontrarse a tiro de gol y ahí mismo, cuando la iban a empujar el entrenador venezolano, a viva voz, les dijo a sus dirigido: ¡chesu, no estaba muerto, el diablo nunca muere!

Por arte de magia apareció un defensa vinotinto, se la quitó al delantero peruano, la llevó a toda velocidad a nuestra portería, cedió un pase perfecto al arquero y esta vez no tuvo piedad y la clavó en un ángulo. Gol de Venezuela.

Cuando Perú realizó el saque de reposición el árbitro dio por terminado el partido, los venezolanos lloraban porque por ese empate algún miembro de su familia desaparecería esa misma noche, los peruanos lloraban de alegría y emoción y la tribuna totalmente llena, porque nadie se pierde un partido contra Venezuela, comenzó a tirar piedras contra los peruanos, recordemos pues que eran arequipeños. Mientras todos esquivaban la lluvia de rocas los micrófonos de los reporteros lograban captar la algarabía peruana y algunas palabras del entrenador nacional: casi, casi le ganamos a Venezuela, hoy es un día glorioso e histórico, ahora ya puedo morir tranquilo.

Se comunica a todos los fanáticos deportivos que la FPF ha programado un merecido reconocimiento a la trayectoria del coach peruano en la sede del Palacio de Gobierno y sus posteriores exequias en el cementerio El Ángel, descanse en paz.

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