jueves, 13 de enero de 2011

Manual para viajar en bus

Primero lo primero y primero hay que subir, aténgase a las consecuencias quien lo quiera hacer en plena marcha, es muy probable que para aquél tengamos que hacer un manual adicional donde se especifique el modo de viajar en ambulancia.

Se recomienda que una sonrisa acompañe el arribo, si no se puede sonreír es probable que sea porque no se quiere hacerlo, si no se quiere sonreír, el bus también deja subir las reflexiones, los problemas, las penas y aflicciones, felizmente para los demás viajeros, estos se bajan en cada paradero.

Hay que buscar una buena ubicación, pedir amablemente permiso si el lado del pasillo del asiento está ocupado y el lado de la ventana libre, pasar de costadito, evitando el roce, nunca sabemos con la clase de depravados con los que uno se pueda sentar.

Una vez instalado hay que ignorar por completo al acompañante. Elimínese esta premisa si a nuestro lado la belleza aflora, también si la fealdad lo hace. Elimínese la observación si se toma en cuenta que en un bus la exagerada belleza es sospechosa y la fealdad cotidiana.

No olvidar que si salió tarde no es culpa del conductor, a menos que el conductor también haya salido tarde.

Si en ese bus el chofer, la música y el cobrador son chéveres es simplemente porque el mensaje de la calcomanía pegada a su costado ha tenido el efecto esperado, subliminal le dicen, persuasivo también, nosotros lo llamaremos sticker nomás.

Estar atentos siempre una cuadra antes de bajar, saque su cuenta, aproximadamente 100 metros antes de su destino aliste sus cosas, estire los músculos, póngase de pie y espere, espere, espere, espere, espere y vuelva a esperar, en nuestra Lima ese trayecto se puede hacer en 1 minuto un día feliz o en veinte casi siempre, hay que recordar que los días felices son muy escasos en nuestro calendario.

Cuando haya llegado al punto donde tiene que bajarse nos debemos concentrar, afinar el pie derecho para cualquier emergencia, recordar todas las veces que hemos visto descender a un paracaidista, así mismo, a la carrera, si en el bus el chofer dejó claro que sabe lo que hace, entonces preocúpese más, sobre todo si el semáforo está en luz verde, es casi seguro que usted, de algún modo, bajará, pero el bus no se detendrá.

Remontemos: Ya subió, ya se instaló, ya bajó, no le podemos dar más. Para lo que pase en el trayecto no existe manual, recuerde, estamos enla12 y aquí cualquier cosa puede pasar.

Pd: Pague con sencillo.

2 comentarios:

Mustango dijo...

Debería decir que las penas y aflicciones suben pero no se bajan en el bus de la 12. Los pasajeros descienden cuando se van, pero sus deseos y sus miedos como en los sueños pertenecen a sus pasillos y al sucio suelo grasiento de queroseno. Hay que evitar el roce eso si, nunca mas bien dicho, somos primates amarrados a sus inhibiciones culturales necesarias para convivir; no se ve bien un pene erecto en la cara de alguien sentado indicando supremacía o un culo generoso en bandeja posicionado para una disculpa.

RATCHUS dijo...

Tienes toda la razón Arturo, debería decir que las penas se quedan, pero la intención es hacer saber que al bus suben y bajan historias, todas con su protagonista, para que siempre se puedan crear nuevas historias y no recrear, cada vez, las cuestiones del pasado de cada uno de los individuos que han de subir.