martes, 18 de enero de 2011

No voy en tren, voy en bus

Podríamos ir a pie, remontarnos a la gloriosa época descontaminada en donde las travesías se hacían a dos calancas, patacala nomás, o sea desnudos de las pezuñas. Pero no, se corre el riesgo de ser magullados por el parachoque de un bus, así que mejor nos subimos en él.

No voy en tren porque tren no hay, había, sí, había pero ahora eso se limita a cargar metales al borde del Río Rímac. No voy en tren aunque hace tiempo que quiero subirme al eléctrico, sigo renovando mi DNI y votando por mis presidentes (por ahora de la república) y hasta hoy no puedo subirme al tren. Cuando se haya terminado de construir vamos a tener tantos problemas de abastecimiento de energía eléctrica que sólo estarán destinados a viajes turísticos, una especie de volver al pasado, de travesía por el túnel del tiempo, de regresión histórica.

Voy en bus porque no tengo auto, quiero tener, sí, pero la paradoja es simple, si tengo auto contamino y si contamino no podré viajar en tren, premisas para decir a lo bestia que si tengo auto no podré viajar en tren porque tengo auto, ya para qué el tren. Alguna vez me traté de inocular la idea de que no tengo carro porque viajo en bus, para darle la contra a la premisa y evitar la paradoja, pero comencé a ir caminando a todas partes, por todos lados, apuntalándome la enajenada idea de tener vehículo motorizado para mi solito. La verdad, con toda esta lógica a cuestas, lo que sucedió es que nunca llegué muy lejos, no sin cansarme.

No voy en tren porque voy en bus, voy en bus porque no tengo auto, no tengo auto porque no tengo el dinero suficiente y así de simple se soluciona el problema con el dichoso carro, claro está que algún día voy a tenerlo, para que la viejita se sienta orgullosa, para que la vecina me salude, para dejar de tomar alcohol, para comprarme un arma de fuego, para meterme las más monumentales borracheras de mi vida con los mecánicos, para ser carne de desprecio por parte de los ecologistas, para tener donde dormir cuando me falte para pagar el departamento.

Pero por ahora no voy en tren, voy en bus, en bus voy al centro cultural, en bus voy a hacer mis diligencias laborales, en bus voy a la playa, en bus voy a encontrarme con la chica afanada (que pone mala cara cuando ella también va en bus), en bus voy a jugar campeonatos fallidos, en bus, un día de estos, cuando éste no tenga Soat, me voy a ir a la mierda.

Tampoco voy en bicicleta porque es lo mismo que caminar, ni en moto que es lo mismo que andar en bicicleta y casi como en auto. A veces voy en auto, pero no es mío, tampoco de un amigo, es de una persona que no tuvo mejor idea que ir manejando por todos lados mientras te lleva a tu destino y con un cálculo booleano, te cobra por obligarlo a contaminar Lima.

Voy en bus porque es lo que hay, voy en bus porque me mezclo con mi pueblo, porque termino oliendo a él, voy en bus porque el Metropolitano está bonito. Voy en bus porque sin ese acto de pura voluntad masoquista, este espacio no existiría.

No hay comentarios: